Aprovechando la tormenta que ha caído hoy, intento usarla como símil, ya que me recuerda a la vida. De repente, llega la lluvia y nos trastoca los planes, esos que tan bien habíamos preparado, como cuando la existencia y el equilibrio se ven rotos por acontecimientos, que nos vienen mal, que nos hacen sufrir, que no nos gustan y que no tenemos más remedio que afrontar.
Tras la primera decepción por la injusta realidad un@s no saldrán de casa porque estarán enfadados, otr@s se asustarán, habrá a quienes les parezca divertido y se calzarán las botas para saltar en los charcos,… cada un@ lo manejará con sus recursos como mejor pueda.
¿Te quedarías en casa angustiado todo el día pensando cuando va a volver a llover? No, porque aceptas que va a llover y que no puedes hacer nada para que no ocurra y aprovechas para aprender a vivir con la incertidumbre de si lloverá o no y mientras, preparas lo que si está en tu mano: te compras unas buenas botas, un paraguas robusto o incluso tomas la decisión de qué te gustaría hacer la próxima vez que la lluvia vuelva a «joder» tus planes pero… lo que no sirve de nada es paralizarnos por nuestro miedo a que algo ocurra porque nos hacer perdernos lo que sí que está pasado ahora.
Entonces, qué tal si intentamos pensar en lo que si tenemos, en que igual no es importante lo que fuera sino en cómo lo vivo yo, en sentirnos agradecid@s por una tarde para descansar, un ratito de diversión bajo la lluvia, un juntarnos todos en casa antes de la hora… porque llegarán tormentas y sólo podremos esperarlas lo más tranquil@s posible.